3 de enero de 2017

Sentir intelectivo o sentir inteligente

Este post (como el anterior de esta serie) me temo que no es un post fácil de leer. En primera instancia son posts para zubirianos, y si alguno no está muy interesado en la antropología zubiriana pues no creo que le sea de provecho seguir leyendo. Aunque en todo caso no dejan de ser posts de antropología filosófica, por lo que queda la puerta abierta para los interesados en ella (y para todo aquel que quiera seguir leyendo, claro). En un principio no tenía pensado escribir sobre esto, pero el caso es que al hilo de cómo se ha ido desarrollando la serie me he ido viendo dirigido hacia estas cuestiones. Digamos que he ido pensando sobre la marcha, y conforme pensaba iban saliendo a la superficie dudas que tenía dentro de mí. Son cuestiones que para nada tengo claras, y si las pongo aquí es para compartirlas y recibir cualquier sugerencia que se estime oportuna.

Hemos visto ya cómo el proceso sentiente humano era generado a partir del ‘puro sentir’ animal, proceso según el cual el animal se relaciona con su entorno y vive (se ve afectado por su entorno, afección que modifica su tono vital y le suscita una respuesta); en un momento dado dicho ‘puro sentir’ se ve permeado por la ‘inteligencia’ entendida como la capacidad humana para adoptar esa distancia ante la realidad, de aprehender las cosas según la ‘formalidad de realidad’, es decir, de aprehender las cosas como de suyo y así no estar ‘empastado’ en la realidad sino estar ‘suelto’ de ella. Así, el ‘puro sentir’ animal se configuraba como ‘sentir intelectivo’ o ‘inteligencia sentiente’.

Un tema que me preocupa y que no sé muy bien cómo resolver (que es a lo que iba) es el siguiente. Aunque parece un juego de palabras no lo es, ni mucho menos. De lo que se trata es de cómo convertir el sustantivo ‘inteligencia’ (de ‘inteligencia sentiente’) en el adjetivo calificativo que acompaña a ‘sentir’ (en ‘sentir…’). No sé qué es más apropiado, si ‘inteligente’ o si ‘intelectivo’; no sé si denominarlo ‘sentir inteligente’ o ‘sentir intelectivo’. Aunque no lo parezca, esta duda tiene mucho que ver con la planteada en el anterior post. Me explico.

Cuando hablamos del proceso sentiente a lo que nos referimos es a todo el proceso, esto es, a los tres momentos que comentábamos que lo componían (tanto en el animal como en el ser humano). De ellos, el primero era el cognitivo (y los otros dos el tónico y el responsivo). En referencia al primer momento, creo oportuno distinguir por un lado entre lo que es el ‘ejercicio’ de la cognición, y por el otro la posibilidad de que ese ejercicio cognitivo se realice bien desde la formalidad de estimulidad bien desde la formalidad de realidad. Ya comentamos que en los animales había cierta cognición, aunque realizada desde la formalidad de estimulidad; y comentamos también que el ejercicio cognitivo se veía ‘transformado’ en el caso de los seres humanos en dos sentidos: al ser permeado por la inteligencia, la cognición se realizaba desde la formalidad de realidad en primer lugar, hecho que a la vez implicaba que se pudiera ejercer la cognición en mayor amplitud y profundidad, en segundo. A donde quiero ir a parar es al hecho de que en el caso humano, lo ‘inteligente’ no está reducido únicamente al primer momento del proceso, sino que todo él está permeado por la inteligencia. Al decir ‘inteligente’ nos referimos a algo más que al momento del ejercicio cognitivo, pues la inteligencia permea —como digo— no sólo al primer momento sino también a los otros dos.

¿Son sinónimos ‘inteligente’ e ‘intelectivo’? Si acudimos al diccionario de la RAE, vemos que el sustantivo ‘inteligencia’ tiene unas acepciones que difieren de la que en este contexto le da Zubiri: ‘inteligencia’ tiene que ver con la capacidad de entender, de conocer, de comprender, de resolver problemas, etc. En este sentido, ‘intelección’ es la acción y el efecto de entender; e ‘intelectivo’ está relacionado, pues, con la facultad de entender. Consecuentemente, por lo que se refiere a ‘intelectivo’ parece que está más relacionado con la actividad cognitiva; aunque ésta sea más amplia que el entendimiento o la comprensión (por ejemplo incluye también la memoria, o la imaginación), efectivamente también cabe en su ámbito. Es por ello que creo que no es del todo apropiado habla de ‘sentir intelectivo’, pues no acaba de recoger bien todo lo que se quiere transmitir cuando decimos que la inteligencia permea todo el proceso sentiente.

Sugiero, entonces, que al proceso sentiente humano se le denomine ‘sentir inteligente’ (a pesar de que yo mismo le había denominado ‘sentir intelectivo’). Y ello por dos razones. La primera, porque así se recoge mejor la diferencia existente entre el sentido de ‘inteligencia’ propuesto por Zubiri (y que estamos siguiendo aquí: recordemos que la inteligencia para Zubiri es la facultad que nos permite aprehender la realidad como ‘de suyo’, como ‘algo otro’) y ese otro sentido más cognitivo al que actualmente asociamos ese término (hoy en día para nosotros una persona inteligente es una persona lista, que ‘mueve’ bien su cerebro, que razona bien, etc.). Y la segunda razón es que, a mi modo de ver, así se presenta mejor la idea de que efectivamente la inteligencia permea a todo el proceso sentiente animal, al ‘puro sentir’ animal, de modo que no sólo el primer momento es inteligente sino que la modificación tónica también es inteligente (sentimiento afectante) y la respuesta también es inteligente (voluntad tendente).

¿Por qué insisto tanto en esto? Pues porque creo que esto es algo fundamental para comprender el ejercicio de la razón humana. Recordemos que el leitmotiv de toda esta serie de posts era fundamentar un ejercicio de la razón más amplio que su uso meramente científico-lógico, etc. El itinerario que me marqué fue el de exponer cómo las facultades con las que el ser humano se desenvuelve en su vida son producto de la hiperformalización de las facultades con que lo hacen los animales. Es el paso del ‘puro sentir’ animal al ‘sentir inteligente’ humano. Si prefería denominarlo ‘sentir inteligente’ antes que ‘inteligencia sentiente’ (que es el modo acostumbrado por Zubiri) era precisamente para destacar todo esa dimensión fisiológica que nos arraiga con la realidad. Por suerte o por desgracia, las personas tenemos la tendencia a ejercer nuestra cognición de un modo demasiado cognitivo (valga la redundancia), ejerciendo nuestras facultades cognitivas en detrimento de sus componentes sentientes sin las cuales (y esto es importante) nunca se podrían ejercer aquéllas. Y a donde quiero llegar es a recuperar esa dimensión sentiente de nuestras potencias específicamente humanas, no para olvidarnos de lo específicamente humano, sino para situarlo en su lugar adecuado.

Es por esto que creo que es muy importante situar la ‘inteligencia’ en el proceso sentiente global (que es lo que intenté realizar en el anterior post y que aún sigo dándole vueltas), así como situar el ejercicio de las facultades humanas ‘montadas’ sobre las animales con la idea de no perder de vista ese arraigo fisiológico a la realidad, porque en definitiva es el que nos permite ‘pisar’ firme en nuestra vida, y no perdernos en conceptuaciones o teorizaciones que poco tienen que ver con ella y con la realidad. Quizá sea ésta la vía por la que se deba acceder a conceptos tan importantes como el de ‘fruición estética’ por ejemplo, o de ‘experiencia contemplativa’. E incluso sin irnos tan lejos, quizá todo esto se pueda enfocar hacia la consecución de ese modo de vida que nos haga felices y que va mucho más allá de lo estrictamente cognitivo, para entrar precisamente en el ámbito de lo emocional y de lo volitivo, permitiéndonos conseguir así un proyecto de vida más global. Se trata de ir más allá de lo cognitivo para alcanzar algo así como una inteligencia de las cosas más amplio y completo. Y quizá ése sea el gran problema de nuestro sistema social: que el coeficiente intelectual no es sino un coeficiente cognitivo, no de vida.

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